Cuando no estamos de viaje en Japón, al equipo de Conexión Japón nos gusta encontrar un rincón en Madrid donde pasar el mono de la cultura y la gastronomía japonesa. Buscamos restaurantes que tranquilicen nuestras ansias niponas y llenen nuestro estómago de la mejor comida japonesa hasta el próximo viaje. Este fin de semana nos hemos acercado al Kuraya, un restaurante japonés especializado en Tsukemen y Gyozas, y hemos salido encantados 🙂
Este rincón japonés está en el centro de Madrid, y en él pudimos disfrutar de la gastronomía japonesa de verdad, que junto con la ambientación del local y la decoración, parecía que nos encontrábamos en pleno Tokyo.
En el Kuraya tienen una amplia variedad de platos japoneses, desde sushi hasta ramen y yakisoba. Pero su especialidad es trasladarte al mismísimo Japón de la mano de las gyozas y un plato que nos volvió locos, el ramen tsukemen. Este plato fue el que marcó la diferencia.
Comenzamos a cenar con unas deliciosas gyozas, verdaderamente oishii. Nos inclinamos por las fritas y acabamos con ganas de más.
Como plato principal pedimos un Mazesoba con cilantro fresco y Tantan Tsukemen.
Respecto al mazesoba, pese a que es un tipo de fideos sin caldo, la fusión entre la salsa, el chasu y el cilantro hacen de ese plato algo sutil y a la vez riquísimo, con fideos finos y un huevo pochado que competa un plato perfecto.
El Tsukemen es un plato muy popular en Japón, aunque en Madrid es la primera vez que lo vemos. Si viajas a Tokyo podrás saborear cientos de platos de Tsukemen, se puede decir que es un paso más allá del tradicional Ramen. Cuando nos sirvieron encontramos la sopa y los fideos por separado, por cierto, más gruesos que el ramen al que estamos acostumbrados. La sopa es un poco más potente de lo normal, para los que van a comer ramen con frecuencia (aunque puedes pedir más caldo y una salsa más suave) y los fideos son tipo frío, hiyamori. Al untar los fideos en la salsa descubres una textura diferente y maravillosa. En concreto el Tantan Tsukemen es más potente, perfecto para acabar con una dieta con la sonrisa en la cara.
Para saciar nuestro apetito nipón, terminamos con un plato de Mochis rellenos de helado de tarta de queso, nata y chocolate. Para chuparse los dedos.
Por cierto, acompañamos la cena con una buena jarra de cerveza Kirin, que siempre ayuda.
Hemos de reconocer que mientras estábamos con los postres vimos pasar una bandeja de sushi con una pinta espectacular. A esas alturas no podíamos comer nada más, pero de verdad que nos quedamos con las ganas. Lo tenemos apuntado para la próxima.
Con esta cena en el Kuraya, hemos cogido fuerzas para no añorar tanto las calles de Shinjuku o Akihabara hasta la próxima visita, pero no creemos que nos dure demasiado el efecto.